Quienes pasen por las avenidas Venezuela y Universitaria en estos últimos días, se darán cuenta de una cruda realidad: unas construcciones que no tienen lógica y una violación al derecho estudiantil, sin embargo nadie ha de aceptar craso error. Son solo los estudiantes de San Marcos (y me refiero a los verdaderos estudiantes de sangre sanmarquina) quienes son conscientes de ello y al verse perjudicados luchan constantemente ante muchas adversidades. El pasado jueves 3 de julio después de una marcha triestamental hacia el Congreso, los universitarios fueron agredidos de la peor manera. No trato de hacer una solemne defensa por el simple hecho de ser estudiante de esa casa de estudios sino porque viví en carne propia del maltrato injusto.
Pero cabe aclarar algo, la mal llamada actitud violentista del estudiante; somos estudiantes no somos delincuentes, esa es una arenga conocida en marchas de ese corte y es porque demostramos que no somos individuos que se pueden abusar y ello lo demostramos luchando; no de la manera macabra y abrupta que toman cualquier delincuente y hampón sino con la idea de quien defiende algo muy preciado. Mucho se nos iguala con los pandilleros de barrios populosos, puede que en la forma adoptemos esas actitudes pero no defendemos algo estúpido como ellos lo hacen sino defendemos (y una vez más lo digo) algo justo.
Lo peor de todo es que nadie nos apoya, tenemos en nuestra contra a todos los factores posibles: primero al Estado opresor, al municipio de Lima y su electorero alcalde, quien cree que con acaudaladas obras Lima solucionará sus verdaderos problemas, la prensa amarilla y fiel lacayo del gobierno aprista, quienes nos tildan de delincuentes y malinforman a la opinión pública; los policías, perros del municipio que olvidan su condición de oprimidos y atacan a los que paradójicamente deben cuidar; los falsos obreros, quienes por un puñado sucio ded dinero, atacan y roban en una universidad del pueblo; el sucio rector, quien vendió el terreno como si fuera una chacra; los mismos vecinos, cansados de tantas protestas por parte de nosotros; y el enemigo que se encuentra en nuestra propia casa: los mismos estudiantes, indiferentes ante la problemática, individualistas, futuros sirvientes del sistema.
Y a pesar de tanta adversidad, todavía hay lucha. El jueves pasado, literalmente nos sacaron el diablo, muchos terminaron heridos, intoxicados por los gases lacrimógenos y con un amargo sabor de impotencia...por lo menos eso sentí yo cuando medité de mis acciones, acaso no es algo justo lo que reclamamos, acaso los demás no se dan cuenta. Que arbitrariedad por parte del alcalde, que falaces argumentos sostienen los municipios, Emape y el mismo gobierno aprista.
A veces siento que estoy cansado de tanto luchar...luchar contra algo que mil veces se puede demostrar que es correcto y que por condiciones innecesarias no se puede reclamar. A veces odio esa palabra utópica llamada Justicia, a veces dudo de su concepto...acaso, ¿de verdad existe?