Dedico este tema a una de las pocas personas que supo comprenderme hasta el último día de verla. Hasta mañana, Diana.
Estos labios que saben a despedida, a vinagre en las heridas, a pañuelo de estación.
Lo prometido tarde llega, pero llega.
Con tantos problemas descuidé el principal que atañe hoy mi vida, que es el de haberme despedido de una persona muy especial para mí. Su nombre es Diana y recordando las vivencias que tuve con ella me animé a escribir.
La conocí hace no más de tres años (un 17 de junio del 2005) y bastó solo una mirada para darme cuenta que hay personas que marcan una vida larga en otras. Las despedidas nunca estuvieron hechas para mí y lamentablemente tuve que vivirlo cuando después de un tiempo de no haber compartido su compañía, tuve que decir adiós a tan agradable persona. Nunca supe pedirle perdón por las cosas que dije, nunca retiré mis palabras de rencor, no supe apreciar las oportunidades de compartir alegrías y hoy me doy cuenta de ello. Tanto cuesta decir perdón aunque sea rebajar un poco el orgullo pero más cuesta el haber vivido en errores y estarlo lamentándolos.
Tal vez nunca más la vuelva a ver pero yo sé que ella temprano leerá estas líneas y por eso solo diré que mis deseos para ella serán los mejores y quizás en otra oportunidad me detendré en su mirada nuevamente y su sonrisa abrigará mis soledades eternas.
Hasta siempre, mi dolce Diana
2 comentarios:
A veces el orgullo nos puede...Pero lo mas importante es darse cuenta de los errores...y quien sabe, a veces no es demasiado tarde...
Nunca te despidas de alguien que te importa con un "hasta siempre"; di un "hasta luego"!!
Un saludo!
Las despedidas no merecen ser hasta siempre...esperela si tienes que esperarla y si no, empieza a recordar lo hermoso que fue conocerla.
De hecho no me despido de ti, me gusta tu espacio.
Lorena.
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