martes, 15 de abril de 2008

UNA VEZ MÁS...A VALLEJO.




Una de las fotos de César Vallejo, con la que más se ha relacionado parte de su poesía adolorida, es aquella que fuera tomada en Versalles, el año 1929, por Juan D. Córdoba; quien en 1995 publicaría su obra: "César Vallejo del Perú profundo y sacrificado"

En esta obra, el autor relata sus vivencias al lado del poeta y constantes encuentros en Europa; entre 1927 y 1932.

En dicha foto, viendo sus facciones con una apariencia pensativa, casi perdido en la distancia y sosteniendo su cabeza con la mano cerrada en forma de puño; muchos lo han catalogado como el poeta de la soledad, del desconsuelo, del abandono; sin embargo Vallejo era no sólo eso, sino que su misma poesía abarcaba mucho, mucho más. El desconsuelo o soledad y tristeza, sólo era una faceta en la cual Vallejo se inspiraba, tal vez de vivencias propias también, para mostrar esa filosofía que definía y marcaba etapas y léxicos diferentes en su vasta producción literaria.

Lo trataba de explicar el gran poeta chileno Enrique Lihn, cuando expresaba: "Hay una precisión admirable en los atentados de Vallejo contra la lógica, la gramática y si se dá el caso, la ortografía. Tal es la exactitud que sólo le está concedida al poeta como manipulador del imaginario verbal. En tal sentido, es absolutamente ejemplar".

Abrazó el Marxismo, doctrina que no cree en Dios; lo cual dio lugar a que se le catalogara de ateo. Pero, consideraba que ella, era como un sendero a la liberación e igualdad del hombre. Era su forma humanista de entender dicho sistema, ante lo cual Carmen Meza Ingar filosofa: "...en su última obra, el comunismo de César Vallejo, toma un aspecto espiritual y religioso basado en un Cristianismo sin Dios". Pardójicamente, ante esta antinomia, como diría Kant; Vallejo dejó un mensaje, dictado a su esposa Georgette Philipard poco antes de morir, que decía: "Cualquiera que sea la causa que tenga que defender ante Dios más allá de la muerte, tengo un defensor: Dios".

César Vallejo fue el último en una familia de 11 hermanos; nació en Santiago de Chuco, departamento de La Libertad, el 16 de marzo de 1892 y murió en París, Francia el 15 de abril de 1938; de acuerdo a su premonición:

"Moriré en París, con aguacero,
un día del que ya tengo el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-,
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño".

Visitó además de París, España, Italia, Alemania, Hungría, Polonia, Austria, Rusia, etc.; donde dejó una estela poética hasta hoy admirada.

Javier Sologuren también filosofó en torno a la obra de Vallejo: "...es un apostol del amor vivificante, intenso amor que redime y resucita.. Es el laico que multiplica los panes, los peces y el vino de la comunión, en la paz y la justicia. Los hombres, suelen rendir un cadáver a la muerte. El amor, no. Feliz o desgraciado, vivos los entrega. De esa vida, es que vive y seguirá viviendo César Vallejo".

Pero aquella aparente tristeza en muchos de sus poemas, no necesariamente lo definen como el poeta llorón, como otros lo han llamado. Según Antenor Orrego y Juan Espejo Asturrizaga: "...era bromista y juguetón, como un niño...". El mismo J. Espejo A., apunta que Vallejo, allá en su Trujillo querido; se divertía y divertía a todos, al mofarse de poemas ajenos, a los que, con gran ingenio, les cambiaba las rimas y el sentido original.

Según Juan Domingo Córdoba, era un bohemio empedernido que gustaba invitar a sus amigos entre cafés y bares europeos, para brindar por sus ocurrencias, a pesar de que no tenía buena cabeza, por lo que muchas veces perdía el control con facilidad. Luego terminaban, a veces en el "Gypsi", otras en "Les Noctambules"; para culminar la borrachera en el climax de la resaca.

Vallejo publica en 1919 su libro "Los Heraldos Negros", que había iniciado en 1914. Luego en 1922, edita "Trilce". Más tarde "Poemas Humanos". Entre estos hay gran diferencia de matices que motivaron el análisis de Milla Bartra y Washington Delgado: "...ante los versos de Trilce, la historia literaria, desaparece como si el mundo acabara de ser inventado y estos versos fueran su primera expresión verbal".

En España, la generación que luchaba contra el fascismo, haría de los 15 poemas de su libro "España, aparta de mí este caliz" su insignia de lucha.

César Abraham Vallejo nació el 16 de marzo de 1892 en Santiago de Chuco (Perú) y murió en un Viernes Santo en París, el 15 de abril de 1938, a las 9 y 20 de la mañana; luego de una dura agonía a causa del paludismo.

Fue el menor de 12 hermanos. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Trujillo y Derecho, en la Universidad Nacinal Mayor de de San Marcos (Lima). En 1923 emigró hacia Europa.

La poesía de Vallejo vivirá por siempre a través de sus obras, las que seguirán inspirando la vena poética del hombre, cualquiera sea su filosofía.


"Ya va a venir el día, ...ponte el alma".

1 comentario:

Sol dijo...

Ah... Vallejo, letras dolientes. Un genio. Ando medio alejada de la blogosfera últimamente, pero quería agradecer tu visita y comentario. Edspero que vuelas.

Un abrazo.